Nuestra llegada a Ghana, a parte de un caluroso recibimiento, nos ha comportado horas y horas de trabajo. Pero estamos encantados de compartir esas horas con estas personas. La gente de Breast Care International (BCI) son casi todos voluntarios. Pero cualquiera lo diría. Sacrifican los días enteros por ayudar a otras personas, en darles apoyo moral, en acompañarlas. Y también en los Outreach Programs, o acciones de concienciación. Se desplazan a un poblado, con su furgoneta y algún que otro coche particular. Y en el poblado elegido dan charlas sobre lo que es el cáncer de mama, les cuentan que no es contagioso, que se puede curar, que tienen que hacerse controles periódicos… y al final las mujeres que quieran pueden hacerse un chequeo rápido. Es un trabajo difícil el convencer a las mujeres de esta sociedad tan marcada por las creencias religiosas y la brujería. Pero insisten una y otra vez. Y no piensan dejar de hacerlo.
Los Outreach se realizan unas tres veces al mes. Cuestan mucho dinero y según nos contó la Dra. Beatrice Wiafe (directora de Breast Care International y los hospitales Peace & Love), BCI andaba muy justo de presupuesto. La donación de Volkswagen Vehículos Comerciales les ha permitido continuar con estos programas por una largo periodo de tiempo.
Tuvimos la suerte de ser invitados a una de estas acciones. La preparación es difícil, pues debe contar con el visto bueno de lo que aquí denominan Chiefs, que son una especie de reyes de los poblados. Las decisiones las toman en pequeño comité, pero la última palabra siempre la tiene el Chief junto a la Queenmother, que no es otra que la madre del “rey”.
El día amaneció tapado, como casi todos los días en Kumasi. Nos recogieron a las 8 de la mañana en nuestro hotel. Nos subimos a nuestra furgoneta con algún que otro acompañante en el asiento trasero. Y pusimos rumbo hacia el interior de la región hasta llegar por unos caminos rotos por las lluvias hasta Inwiaso. Este poblado no consiguió la aprobación del Chief, que depende de otro Chief más importante que a su vez también está por debajo en el escalón mandatario del Chief del pueblo más grande. Vamos, un lío… En la última foto del post podéis ver al Chief más importante que visitamos. Otra de las tradiciones curiosas trata sobre las sillas. En esa foto el Chief está rodeado de sillas vacías. Es una superstición. En ellas las mujeres no se pueden sentar porque son sillas sagradas y si tienen la menstruación no están puras. Además, si se sientan en esas sillas no podrán tener hijos…
Total, que este pequeño poblado que apenas se ve al estar en medio de la densa vegetación (su nombre se traduce por “en los árboles”) sí contó con el apoyo del pastor (albino) de su iglesia. Así que la primera parada después de una hora la hicimos en una pequeña capilla que se había convertido por unas horas en una especie de sala de conferencias.
Sentadas en unas sillas de plástico de jardín había unas 30 mujeres esperando a ver qué pasaba y qué hacía toda esa gente allí. Entramos a grito de “Aleluya!”. Nos sentamos y empiezan los rezos y los cánticos. Volvíamos a estar de pie. La Dra. Beatrice (vamos a llamarla Dr. B) toma el micrófono que le cede el pastor y lo primero que hace es presentarnos. Habla en Akan. Aunque el idioma oficial sea el inglés, no hay mucha gente que lo domine y en las aldeas no se escucha. No nos enteramos de nada pero Ike, uno de los voluntarios, nos hace de traductor improvisado. Cuando acaba de contar nuestra historia, nuestro viaje, el tema de la donación, etcétera, suenan los aplausos. Volvemos a sentarnos y observamos atentamente todo lo que sucede a nuestro alrededor.
La Dr. B empieza entonces a explicarles a las asistentes qué es lo que van a hacer y cuál es la razón por la que estamos todos ahí. Les comenta lo que es el cáncer de mama y las dificultades que pueden encontrarse con sus familias, amigos y gente del poblado. También les explica los diferentes tratamientos, sus consecuencias (caída del pelo, vómitos, cambio en el color de la piel…) así como la mastectomía y los tratamientos posteriores. Les quiere hacer entender que el cáncer de mama afecta a todo tipo de mujeres, sean de la raza que sean, del continente que sean y de la clase social a la que pertenezcan. Acto seguido una mirada sirve para que las voluntarias del BCI desplieguen unas fotografías impactantes con tumores increíblemente grandes y alguna mama infectada e incluso reventada. Las mujeres africanas desconocen en su mayoría el cáncer y cuando tienen un problema se acercan a clínicas herbales o curanderos que les dan soluciones que empeoran la situación hasta llevarla a extremos que nosotros (y suponemos que mucha gente en Europa) no hemos visto jamás. Las voluntarias se pasean por delante de las mujeres con esas fotografías tamaño XXXL.
Ahora le toca el turno a las supervivientes. Los hospitales Peace & Love posee una asociación llamada PALSA (Peace & Love Survivors Asociation) formada por mujeres que han sufrido un cáncer de mama y han sobrevivido. Esta asociación lleva funcionando desde hace años, pero está registrada legalmente desde 2011. Se centran básicamente en dar apoyo a mujeres que lo necesitan (recién operadas, sin apoyo de la familia, desplazadas…), pero también se encargan de echar una mano en la organización de los eventos que lleva a cabo BCI.
Tres de ellas explican su vivencia. Raheemah, la última en hablar, se emociona. Se le rompe la voz cuando recuerda lo que tuvo que pasar (con perdida de la familia y del habla incluidas). Termina sacándose la prótesis y enseñándola con el brazo en alto diciendo: “no ha de daros miedo perder un pecho. Es más importante vivir!”
Se abre el turno de preguntas y curiosamente el protagonista es un hombre. Se acerca hasta la parte delantera, coge el micro y pregunta si chuparle los senos a su esposa le puede provocar cáncer de mama. Todo el mundo en la capilla arranca a reír por la vergüenza casi adolescente de esta sociedad tan cerrada y el atrevimiento del protagonista. Pero si nos paramos a pensar un poco podemos ver reflejado en ese hombre el desconocimiento total y absoluto que hay en África sobre el cáncer. Le responden que no, pero que el seno debe ser tratado con cariño. Feliz por la respuesta, se vuelve a sentar en el banco que hay en la zona trasera.
Ahora las mujeres que quieran someterse a un reconocimiento deben rellenar una ficha con su nombre, edad, numero de hijos, estudios, cuánto hace que parió por primera vez y cosas por el estilo. Muy pocas mujeres saben leer ni escribir, así que los voluntarios de BCI se encargan de rellenarles esa ficha.
Las que han decidido chequearse pasan detrás de unas sábanas cogidas por pinzas a un hilo que va de lado a lado de la capilla y que hace las funciones de zona reservada en la que hay una báscula, un medidor de altura, dos mesas a modo de camillas y una palangana con agua y jabón para que las enfermeras se puedan lavar las manos. Van pasando las mujeres desnudas de cintura para arriba y les hacen un reconocimiento, primero de pie y después estiradas en las mesas. A una de ellas le encuentran un bulto en el pecho. Ha sido la Dr. Be la que lo ha detectado. Le explican lo que tiene qué hacer y cómo desplazarse hasta el hospital.
Se recoge todo en un momento y seguimos camino hacia el segundo poblado. Este se llama Ambuoso (entre las rocas) y es más grande que el primero. Aquí el Chief sí que ha dado permiso para realizar la acción. Nos detenemos frente a una especie de foro. No alcanzamos a ver el interior hasta que entramos. Se trata de un espacio con patio central y cubiertas en los laterales. En frente a la puerta, el Chief sentado en una silla encima de un pedestal. Y la Queenmother a su lado. Desconocemos las tradiciones, así que nos las explican. Antes de entrar se anuncia nuestra presencia por los altavoces de este local. La gente va llegando y al final se llena el recinto. No hay sillas para todas. Algunas se sientan en el suelo, otras permanecen de pie. Entramos y la tradición manda saludar uno por uno a los jefes del poblado. Van vestidos con unas coloridas telas a modo de túnica. Un apretón de mano y una mirada son suficiente para sentirse bienvenido. Una vez acabamos con los saludos nos mandan sentar en unas sillas que quedan enfrentadas al Chief y su “séquito”. Entonces se levantan y son ellos los que vienen hasta nosotros para saludarnos. El mismo ritual: apretón de manos y una mirada… Nos damos cuenta de que estamos viviendo algo especial junto a todo el equipo de BCI. Nunca hubiésemos conocido el funcionamiento de las tradiciones locales sin su invitación.
Ahora toca el turno de las presentaciones. Esta vez con más ímpetu. Las supervivientes se presentan simplemente con el nombre. A nosotros nos hacen hablar un poco más. Al final, aplausos. Una espontanea también se quiere presentar, así que agarra el micrófono, dice su nombre y se va entre las risas de los asistentes. Empieza el discurso de la Dr. B y la gente se mantiene en silencio. Es un discurso largo, aunque habla de lo mismo que en el primer poblado (y también en Akan). Pero Ike, nuestro traductor, dice que está haciendo hincapié en la prevención. Les muestra dibujos de cómo auto examinarse y las voluntarias vuelven a sacar las fotos de los tumores. La Dr. B dice que no hay que esperar a llegar a esos extremos y que la prevención ayuda a salvar muchas vidas. Anima a las mujeres ser valientes y no tener miedo ante la posible estigmatización que puedan sufrir al tener un cáncer. Es el máximo temor que hay que superar en las aldeas. Y esta vez también avisa de que los hombres pueden sufrir un cáncer de mama ante el estupor de los allí presentes.
Nuevamente es el turno de las PALSA. Esta vez son cinco las que explican sus experiencias y cada una da un mensaje positivo: “el cáncer se puede vencer”; “hay que ir al hospital al primer síntoma”; “se puede rehacer la vida amorosa incluso con un solo pecho”…
La ronda de preguntas sirve para mostrar una vez más las diferencias entre vivir en un país desarrollado y moderno y vivir en una aldea en medio de África. La primera mujer que coge el micro se dirige hacia la doctora y le da las gracias por ser médico, pues su hija fue tratada por la Dr. B y la curó. La Reina Madre (ya no sé cómo escribirlo, si ponerlo en minúsculas o en mayúsculas, o no ponerlo…) también tiene palabras de agradecimiento hacia BCI. Comenta que está muy feliz por haber sido su poblado el elegido para esta acción.
Las fichas son el paso previo para empezar con los reconocimientos. Como en Inwiaso (si os habéis perdido, es el primer poblado…), los voluntarios se encargan de escribir las respuestas a las mujeres. La zona reservada es una sala contigua con una ventana cerrada. Es un lugar muy oscuro, con una mesa, la báscula, el medidor de altura y la palangana. Aquí hay muchas mujeres esperando turno y pocas sillas para sentarse. Cuando se levantan para avanzar en la cola hay empujones para coger sitio. Todas quieren saber si están sanas. Pero esta vez también hay alguna que tendrá que visitar el hospital.